Fediagrog en el Cop 16

La Guajira es un territorio lleno de contrastes y paradojas. Situada en el extremo norte de América Latina, justo en la zona ecuatorial, es una región que combina grandes oportunidades con profundas necesidades. Su ubicación estratégica le ha permitido ser un punto clave para la exportación de recursos naturales, especialmente combustibles fósiles, con tres puertos que conectan principalmente con Europa. Además, la Guajira cuenta con un potencial único gracias a su riqueza en vientos y un régimen solar abundante, factores que la posicionan como una región clave para la transición energética hacia fuentes más sostenibles.

Históricamente, la Guajira ha sido testigo de diversos ciclos económicos que la han transformado. Desde la época de la colonización, cuando fue el primer puerto de comercio de esclavos y exportación de sal, hasta su rol en la salida de muchas riquezas del país. Su economía agrícola tradicional, basada en el maíz, la yuca y la cría de animales, cambió drásticamente con la llegada de bonanzas económicas ligadas a productos ilícitos. Primero fue la marihuana, que desplazó a la agricultura convencional por su rentabilidad, y más tarde la coca, que también atrajo a los campesinos a abandonar las actividades agrícolas tradicionales.

Hoy en día, la Guajira está viviendo una nueva bonanza: el turismo. Y es precisamente en este contexto en el que surge el proyecto de recuperación de semillas ancestrales, donde el objetivo es que los visitantes puedan ser partícipes de la labor agrícola. La idea es fomentar el orgullo y la conexión con la tierra, invitando a los turistas a involucrarse en el proceso de recuperación de las prácticas agrícolas que alguna vez fueron el pilar de la región.           

 

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